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4/23/2006

A un amor que no fue



¿Y qué hubiese sido de nosotros,
si aquella luz tenebrosa del ocaso
se hubiese posicionado trotante
en el beso antes de amanecer?

Yo, hubiese posado la libélula de mi lengua
sobre el río torrentoso de tus parlamentos.
Habría muerto en la inocua tempestad de tu saliva ansiosa
a punto de estallar
Rodante, sobre cada músculo habría callado
desde antes tus muertes.

Sentada, en los umbrales de tu sangre:
habría desaparecido como una materia verbal
a punto de extinguirse
en un fragmento de un animal nostálgico.

Tengo un frío gris
del último orgasmo de tu beso,
solo, llorando el aire.

Abandonada contra las tijeras
de un destino que no nos pertenece: nazco.

Soy un silencio abierto,
sobre una palabra que se mancha desde el origen.

Parto desde la niebla,
como un desliz sinuoso que cae en arenas movedizas.

Supongo puntos de estrechez,
sobre lúdicas piernas
en un silencio que nos pertenece contra muertes.

Soy un nombre retornando a las cosas,
como tu voz retorna a las raíces de fuego
en los signos rostrales de un no nacimiento que desangra.

Sobre bruces me hundo,
en un agujero de noche.
A pocos pasos del amor,
descubro nuestra estancia.

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