Las pequeñas asesinas del hambre,
compran las esquinas con caramelos de olvido
aparean las oscuras noches en lo descalzo
rezan extasiadas las melodías del dolor,
Y se abren frescas como rosas blancas
a la espera del silbato de las tiernas avenidas
que vienen a comerles la inocencia.
Ríen plásticos sus ojos en la ausencia.
La madrugada es un carrusel de entrada y salida
Y hay cuerpos de muñecas tejiéndose
entre los vientres.
Celestes vuelven a los cuartos,
lenta se desvanece
la voracidad del fuego,
y es antiguo el aire
de la diminuta ciudad.
compran las esquinas con caramelos de olvido
aparean las oscuras noches en lo descalzo
rezan extasiadas las melodías del dolor,
Y se abren frescas como rosas blancas
a la espera del silbato de las tiernas avenidas
que vienen a comerles la inocencia.
Ríen plásticos sus ojos en la ausencia.
La madrugada es un carrusel de entrada y salida
Y hay cuerpos de muñecas tejiéndose
entre los vientres.
Celestes vuelven a los cuartos,
lenta se desvanece
la voracidad del fuego,
y es antiguo el aire
de la diminuta ciudad.
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